John-Roger ha dicho que el Viajero Místico trae salud, riqueza y felicidad en lo físico, calma las emociones, da paz a la mente, habilidad al inconsciente, y el cumplimiento de todos los sueños a nivel espiritual.

Es importante recordar que el Viajero no es algo separado de ti. Tu viaje espiritual interno es un despertar al Viajero en todos los niveles, hasta el corazón mismo de Dios.

Si estuvieras escalando una montaña, puedes ver la Conciencia del Viajero como quien conoce el camino «para subir a la montaña», hasta el nivel del Alma y más arriba, quien te puede guiar y asistir espiritualmente. Pero la subida misma siempre es tuya. Tú eres el que la realiza.

Ser un iniciado del Viajero es consagrarse al Dios dentro de ti, consagrarse al Espíritu, y regresar a tu hogar – el Alma – desde donde saliste originalmente antes de encarnar en esta Tierra.

Ser un iniciado significa consagrarse a resolver el karma que has adquirido en tu estadía aquí y liberarte de ese karma a través de la gracia y tus buenas obras, para que seas libre para elevarte y entrar en el corazón de Dios.

Preguntas frecuentes sobre el Viajero Místico

¿Tengo que someterme a alguien si trabajo con el Viajero?

Eres sabio al tener cuidado de someterte a cualquier persona. Cuando una persona participa en el MSIA y trabaja con el Viajero Místico, esa persona se está, en todo caso, «sometiendo» a ella misma, al Cristo interno, al Dios interior. Y ésa realmente es una entrega dichosa al amor.

¿Puedes explicar lo que es el Viajero Místico?

Realmente no hay forma de «entender» la Conciencia del Viajero Místico físicamente. Es como intentar percibir el infinito con la mente finita. Donde vas a crecer para conocer al Viajero es en tu corazón. Cuando ese amor se haga más y más presente para ti, funcionará para ti y entonces la comprensión saldrá de un lugar intuitivo y no de la mente.

Estoy adorando a alguien cuando estudio con el Viajero Místico?

El Viajero vive en ti, como tú, como esa parte divina tuya. Así que cuando alguien «adora» al Viajero, está adorando al Dios que está eternamente presente. La adoración no pertenece nunca a la forma física de ninguna persona o a su personalidad, y si se coloca allí, está mal ubicada.