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Nuevo Amanecer

Una celebración en la playa. El Seminario Anual del Domingo de Pascua del MSIA. Una receta para el gozo.

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Mi experiencia del evento annual del MSIA, Pascua en la Playa con John Morton, comenzó con los panqueques. Mi esposo Peter y yo nos propusimos como voluntarios para preparar vastas cantidades de panqueques para nuestra comida comunitaria en la playa. Entonces no sabía que en realidad estaba trabajando con los primeros ingredientes de una receta para el gozo.

Cuando llegamos a la playa, me quedó claro que íbamos a ser bendecidos con un hermoso día: un cielo claro, una majestuosa vista del océano, y temperaturas que no eran ni demasiado cálidas ni demasiado frías. Peter cumplía funciones de reportero gráfico, así que encontré una cómoda silla de plástico en que sentarme y beber los paisajes y los sonidos que me rodeaban. ¡ Qué regalo! ¡Todo lucía tan hermoso!

El programa oficial del día se desarrolló sin contratiempos, presentado con humor y aplomo por John y Kelly Forrister. Comenzamos nuestra celebración con John Morton bendiciendo al bebé Zachariah Wiggan, seguido por un maravilloso entretenimento musical a cargo de Ariel Downs (ejecutando una de sus composiciones originales para el teclado), Chace Beech (cantando «Receta para el Gozo» a la manera de American Idol) y Bob Tackney (llevándonos al reino del Alma con un corazón pleno y ritmo folclórico).

Luego, John Morton habló con nosotros, compartiendo el amor y la gracia del Viajero. Algunas de las cosas a las que el Viajero llevó mi atención, incluyeron la belleza de la naturaleza y el océano, la gozosa presencia de los niños, y la oportunidad que la Pascua trae para elevarnos en consciencia y compartir bendiciones en la vida y en el mundo.

Cuando John terminó de compartir, el servicio concluyó con más música y canciones: Ariel Downs regresó a su teclado para cantar «Imagínate» de John Lennon. Esa fue la clave perfecta para que todos compartieran el abundante desayuno de huevos, frutas, rosquillas, confituras, café fresco donado por el Urth Caffé, agua en botellas donada por Lake Arrowhead y, sí por supuesto, panqueques.

La comida atrajo a no sólo niños de todas las edades, sino también a cierto personaje que adora las zanahorias y que vino a celebrar con nosotros: el Conejo de Pascua llegó y pronto tenía niños bailando a su alrededor como el Flautista de Hamelin, conduciéndolos a la cacería de huevos de Pascua en la arena. Imagínense un gran número de niños sueltos en una zona de la playa en la que habían sido enterrados un montón de huevos de Pascua de plástico llenos de chocolates. ¿Pueden ver la arena volando en todas direcciones y oír los gritos y las risas?

La comida y la diversión ciertamente nos acercaban aún más y entonces sucedió que levanté la vista de mi mesa y me di cuenta de que John-Roger estaba con nosotros. Simplemente con verlo se entibió mi corazón, y me sentí inmensamente feliz de que hubiera sido capaz de estar con nosotros en este día. Su presencia resaltó para mí, una vez más, que lo que en verdad nos acerca es la presencia del amor y el amarnos unos a los otros, que esta es la receta escencial para el gozo y que el resto son ingredientes que llegan en buena medida como las bendiciones.

Desde aquel momento, la tarde se desarrolló con suave gozo, jugando al fútbol, construyendo castillos de arena, jugando en el océano, conversando con amigos, poniéndose los patines de ruedas y las zapatillas para corer, todo en el Espíritu de amar, cuidarse, compartir y tocar a otros; celebrando el amor y las bendiciones que siempre están dadas.

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