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Nuevo Amanecer

Esperando al Señor en el Silencio

 

Por: John Morton

Traducción: David Jaramillo


 

Busca el silencio. Se consciente del silencio. Yo hablo de este momento, y realmente hablo de donde tú encontrarás al Señor en ti como tu compañero, como el que camina junto a ti, como el que te muestra el camino.

Si pierdes la noción del silencio, estarás perdiendo la noción del Señor. La voz permanece constante, como el silencio. Es raro que se convierta en algo verbal y audible. Ciertamente que yo prestaría atención si asumiera ese nivel de manifestación, pero no exijas o juzgues si el Señor no es oído o visto, y si de alguna forma no está presente para ti.

Algunas personas se preguntan: “¿Cómo sigo al Señor si es invisible e inaudible?”. Es como si ese semblante se convirtiera en ti. Si te miras al espejo para ver al Señor y ves tu propia imagen y dices: “Vaya; creo que el Señor no esta aquí”, te estás perdiendo algo. La invisibilidad y la inaudibilidad dependen de ti. Cuando te miras al espejo, tienes la posibilidad de captar esa presencia de alguna manera. Así que, ábrete a la presencia del Señor y, también, mantente abierto a Su presencia en cualquier circunstancia que encuentres.

Puedes pedir que te guíen en este momento — hoy —, y ampliarlo, de modo que estés pidiendo por hoy y por siempre. ¿Por qué no? Si puedes obtener el “siempre”, asúmelo: como si fuera: “Me gustaría seguirte para siempre”. Tal vez tus plegarias sean escuchadas. O podría ser: “Desde ahora en adelante seguiré siempre al Señor”.

Búscalo en la simplicidad. Eso quiere decir que está plenamente presente aquí y ahora. El Señor te hará sentir su presencia de alguna forma, de alguna manera; ésa es tu fe y tu confianza. Y si tú encuentras que es demasiado amplio, queriendo decir que tú lo ves en todo o no lo ves en nada, esta bien. Todavía puedes trabajar con eso.

Trabaja con ello como acostumbras a hacerlo. Si simplemente te quedas sentado sin hacer nada, pues haz algo lo mejor que puedas, como si el Señor estuviera contigo. Si no haces nada, si no sabes qué hacer, ¿qué tal si sólo lo pasas bien? ¿Qué tal si sólo te mantienes en paz, si te calmas, si te pones neutral, si dejas ir sin hacer exigencias?

“¡Ay!”, podrías decir: “Es que quiero saber qué hacer.”

¿Qué te parece que simplemente no sepas qué hacer y que no tengas problemas con eso? Tal vez ésa sea la forma en que el Señor te está guiando en estos momentos: que no sepas qué hacer.

“¿El Señor podría guiarme a no saber qué hacer?”

Claro; como una forma de sujetarte porque tú te vuelves un poco impulsivo cuando te pones en acción. Algo así como que te has metido en muchos problemas haciendo lo que pensaste que sabías que deberías hacer. Pero, en este momento, tú no sabes qué hacer, y eso es bueno. Así que no hagas nada. Sólo toma asiento y disfruta de tu paciencia y aceptación hasta que sepas lo que tienes que hacer.

“¿Por cuánto tiempo tendré que quedarme aquí sentado?”.

¿Realmente te importa tanto? ¿Estás dispuesto a esperar al Señor?

“Es que me siento un poco impaciente.”

Es algo familiar, ¿cierto? ¿Qué tal si simplemente le das al Señor tu paciencia, si le pagas al Señor con tu paciencia, confiando en que, cuando sea el momento, cuando claramente haya algo que tú tengas que hacer te será mostrado?

Sólo piensa en tu propia existencia y con cuánta frecuencia estuviste esperando al Señor, queriendo saber qué era lo mejor que podías hacer. Pero te venció la impaciencia, y te fuiste a hacer algo. Es posible que hayas pensado: “Bueno, al menos puedo hacer esto”, sabiendo que no era para tu bien. ¡Lo sabías!

“Sí, pero es que era la única cosa que vi que podía hacer.”

¿Qué tal nada?

“Es que no podía estar sin hacer nada. Soy muy importante como para no hacer nada”.

Pues bien, el Señor hace una gran parte cuando no se hace ninguna cosa. Y eso es lo que el Señor es: ninguna cosa[1]. Está en el espacio; está en lo invisible, en donde no se puede ver, y cuando no se puede oír. Está en ninguna cosa: en la quietud.

Si aprendes a ser un compañero del silencio, de lo invisible, serás un santo. Los santos que conozco son compañeros del silencio. Caminan en silencio. Actúan en silencio. ¿Hacen ruido? ¿Los puedes escuchar? Seguro, pero ése no es el punto. Es en el silencio donde la verdad es escuchada y revelada. Si puedes considerar que lo que se está diciendo aquí es la verdad, también puedes considerar no hacer ninguna cosa.

La verdad está en el silencio y, luego, la nada. Entonces, cuando actúas, cuando te expresas de alguna forma te sales de la verdad. Pero jamás te olvides de esto: no puedes salirte nunca de donde el Señor no te mantenga, de donde no te sostenga, o de donde no vaya contigo.

Los que se conocen como los Amigos, a veces llamados los Cuáqueros (y no se limita a los Cuáqueros), son los que testifican en el Espíritu viviente, ésos son los amigos. Ellos escuchan primero el silencio. El silencio es el que habla.

Y si escuchas y oyes algo, chequea si en las palabras está la voz del silencio, y si en lo que ves está lo invisible. Y aquel que en ti es eso, lo sabrá.

Baruch Bashan.


 

[1] Nota del T.: Juego de palabras en inglés: nothing = nada, no thing = ninguna cosa.

 

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