«Cuando pedimos algo en términos de este mundo, en términos del Espíritu, en términos de otra persona, debemos estar dispuestos a dar para poder recibir. Debemos estar dispuestos a dar el primer paso, a hacer el primer gesto.

Si queremos manifestar plenitud, debemos demostrar plenitud. Si demostramos plenitud todo el tiempo, ¿qué conseguimos? Plenitud.

No se trata de un pensamiento positivo, porque puedes pensar positivamente que algo está lleno, y no sentirte pleno. Tú manifiestas plenitud. Te conviertes en eso todo el tiempo. Y sin importar qué suceda, lo sacas de adentro y das de la plenitud.»

John-Roger, D.C.E.

Me causa fascinación la paradoja de vivir en la era más próspera que jamás haya existido y que, a pesar de eso, muchos no nos sintamos así. Por ejemplo, hace sólo cien años, la expectativa de vida era de 47 años, la gente no se moría ni de cáncer ni de problemas vasculares, sino de infecciones (la penicilina no se había inventado todavía). Sin embargo, en lugar de sentirnos agradecidos, nos enfocamos en todo eso de “no envejecer” y nos estresamos al vernos deteriorados. ¡Ah, el dinero que se gasta en cirugía plástica y en estética personal!

En el libro de Greg Easterbrook, La Paradoja del Progreso. Cómo Mejora la Vida Mientras la Gente se Siente Peor, el autor da varias razones que explican por qué aún no nos sentimos contentos. Una de ellas es que tenemos “Expectativas Satisfechas”, que se generan debido a que la sociedad contemporánea tiene tanto, que para la gente es difícil imaginar que el futuro pueda traerles más. De acuerdo con Easterbrook, esta situación nos produce una “Ansiedad al Colapso”, ya que pensamos y nos preocupamos de que es sólo una cuestión de tiempo para que todo colapse.

Por supuesto, podemos detenernos a mirar, relajarnos y recibir en todo momento esa abundancia que nos rodea, e incluso, estando atorados en el tráfico, apreciar que nuestro vehículo esté funcionando, que tengamos gasolina y, lo más importante, que podamos dar las gracias de llegar sanos y salvos a destino. Y, a pesar de lo que leamos y escuchemos, todos podemos sentirnos agradecidos del milagro que significa que las cosas marchen tan bien como lo hacen.

*La lección que la vida repite y refuerza constantemente es: “Lee entrelíneas”. Siempre estás más cerca de lo que piensas de lo divino y de la verdadera fuente de tu poder. El atractivo de lo lejano y de lo difícil de alcanzar es una trampa. Las grandes oportunidades se dan aquí mismo en donde te encuentras. No menosprecies tu espacio y tu tiempo. Todo lugar está bajo las estrellas. Todo lugar es el centro del universo.

*Del libro Leaf and Tendril por John Burroughs (traducción libre)

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