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Nuevo Amanecer

Citas de John-Roger sobre la Resurrección


El presente artículo fue publicado en la Edición de Septiembre|Octubre 2015 de la revista en línea New Day Herald.

por John-Roger


Pregunta: ¿Cómo puedo aplicar la idea de la crucifixión y la resurrección en mi vida diaria?

J-R: Conviértete en un tragón entusiasta y disuelve todo lo que aparezca por tu camino. Creo que cuando hayas hecho eso, habrás entrado en la resurrección. La resurrección no es un proceso final. Es un proceso de resucitar continuo, cada día, cada segundo, cada momento. Renuncias al pasado para llegar al nuevo momento, y lo haces con la disposición de llevarlo a cabo con la mayor alegría que puedas encontrar, o el amor más profundo que pueda existir allí.

 J-R: En la Biblia se habla de un hombre muerto y su nombre era Lázaro, y su hermana quería que Jesús viniera y le ayudara, pero cuando llegó allí, el hombre ya había sido enterrado unos días antes. Ella dijo: «Bueno, en el futuro él será resucitado», y Jesús dijo: «¿Qué quieres decir con ‘el futuro’? Yo soy la Resurrección y la vida ahora mismo”. No vivas para una fecha futura, vive ahora. Ahora es el momento. Esta es una declaración realmente profunda. No te preocupes por el futuro, no te preocupes por los muertos. Aquí es la cosa, aquí es donde está. Esa declaración de verdad es válida incluso ahora, en estos tiempos, por lo tanto, las preocupaciones sobre la Segunda Venida de Jesús han pasado por alto su continuo devenir.

J-R: En algún momento, yo o alguien más, crucificara a mi ser Crístico. Cuando eso suceda, se presentará alguien que también habrá sufrido la crucifixión y la resurrección, mirará en tus ojos, invitará a Cristo a que salga de la sepultura, y lo resucitará donde se asienta detrás de los ojos. El Cristo está todavía en su tumba porque está en la cabeza, pero debe ser liberado de ahí para que inunde todo el ser. Esto es lo que realmente somos.

J-R: El desafío de la resurrección ahora es: ¿podemos llevar claridad a la oscuridad que nos rodea? Nadie va a admitir que percibe la oscuridad, o que está en la oscuridad. A todos nos gusta la iluminación, pero, ¿quién querría “oscurecerse”? No es popular. Por la naturaleza misma de lo que hacemos, acumulamos deudas y karma de los cuales somos incapaces de sanar. Hay demasiados corazones rotos en el mundo, demasiadas cosas hechas que no podemos deshacer. ¿Cómo vamos a deshacer todo eso? Es pasado, está muerto, se ha ido y nosotros estamos aquí. Entonces, ¿cómo perdonamos? Conozco una manera, una manera muy simple, y es simplemente que te sostengan, es dejar que alguien te sostenga hasta que quedes libre de roturas. Jesús se sentó a un costado de una montaña, miró sobre Jerusalén y dijo: «Yo te habría abrazado. Te habría nutrido. No me dejaste”. Así que, ¿cuál es nuestra responsabilidad ahora? Tenemos que dar un paso adelante en eso para que seamos sostenidos. Si Él apareciera, ¿permitirías que te sostuviera? Pero él también dijo algo más que es bastante interesante: «Esto que yo hago, lo harás tú, y aún mucho más. Porque yo voy a ir al Padre”.

J-R: Algunas personas piensan que fue la muerte de Jesús la que trajo el perdón como mecanismo para regresar a Dios. De hecho, sin embargo, su resurrección fue la que lo hizo todo. La resurrección, la transformación es lo que se está ocupando de todo «pecado».

J-R: El hombre, Jesús, parecía ser como cualquier otro hombre. Y el Cristo es la esencia de Dios en toda persona. Todas las vicisitudes, el entrenamiento y la disciplina que Jesús pasó demuestran que él era parte de estos patrones terrenales. Jesús trajo presente, demostró y cumplió por completo la antigua ley de Moisés, que dice: «Ojo por ojo, diente por diente». Jesús predestinó incluso su propio sacrificio y demostró así que la humanidad debe sacrificar perpetuamente las ilusiones del mundo físico-material a fin de ganar la realidad del mundo espiritual. En el cumplimiento de la ley de Moisés, Jesús disolvió esa ley para aquellos que siguieran al Cristo, e instauró la ley de la gracia. A través de la gracia la forma de Jesús, el hombre, fue resucitado como el Cristo, como extensión de Dios omnipotente, como Conciencia Universal.

J-R: A aquellos que seguirían al Cristo, Jesús les dio las llaves para vencer las tinieblas, nos liberó de nuestra propia ignorancia y proclamó que a aquellos que invocaran su nombre no se les podría negar la existencia de la Luz. Y así rompió las cadenas del infierno y el purgatorio y extendió a todos aquellos que siguen la conciencia de Cristo, la gracia de salir de la desesperación y la oscuridad de su propia esclavitud y encarcelamiento, hacia la Luz que es el Cristo interior, hacia el Alma mientras ella trasciende todos los reinos inferiores y toma conciencia de su propia alegría, belleza y perfección. La resurrección del Cristo es la Trascendencia del Alma.

J-R: Cuando Jesús dice: «Yo soy la resurrección y la Vida» [Juan 11:25], resurrección significa un proceso del aquí y el ahora. Por lo tanto, una acción del Cristo es un proceso del aquí y el ahora. Te sobreviene sin que sepas en qué momento o estación. Viene sin que nadie te lo avise. Viene como viene.


Pregunta: ¿Cuál es la relación de Jesús, el Cristo, que vivió hace dos mil años con la Conciencia Crística que está presente hoy?

J-R: Todos tenemos acceso a la Conciencia Crística hoy porque Cristo dijo que esto era posible. Y tan pronto como dices: «Yo creo», estás a mitad de camino. La otra mitad es demostrarlo. Antes del momento en que Jesús hiciera el sacrificio, los poderes negativos habían confinado al hombre a los reinos inferiores de la Luz. La gente había sido confinada a los reinos físico, causal, astral, mental y etérico; no podían regresar al Reino del Alma, a Dios. El Espejo Cósmico, que divide los reinos etérico y del Alma, siempre hacía que el reflejo del hombre lo regresara a los reinos inferiores, de modo de que se mantuviera reencarnando. Jesús vino atravesando el Espíritu puro e hizo un puente desde lo positivo hacia lo negativo. Al hacer de puente, descendió a los reinos negativos y les dijo a las fuerzas negativas que cualquier conciencia humana en cualquiera de estos niveles inferiores que se volviera hacia Dios, hacia la Luz y la Pureza no se le podría negar ese giro y ese movimiento. La Biblia lo dice con diferentes palabras. Dice que Jesús liberó de las cadenas, que dio inicio a la resurrección, no sólo de lo físico sino del proceso total. Es por eso que Él es como una de las grandes bisagras en la puerta de esta dispensación en la que nos movemos. El Buda también fue una bisagra en la puerta, al igual que Moisés y Abraham y muchos otros. Pero yo tomo a Jesús como la bisagra superior. Sin embargo, si faltaran las otras bisagras en la puerta, la obra de Jesús habría sido infructuosa. Nosotros también somos bisagras en la puerta. Somos además la puerta y el puente del otro lado de la puerta y nos toca caminar a través del puente. Ese es nuestro trabajo en estos tiempos. Cada uno de nosotros lo elige. La clave es hacerlo.

J-R: Tu Conciencia Crística te llevará a una posición en la que puedas entrar en tu propia conciencia de Ti Mismo, en tu propio Movimiento del Sendero Interno del Alma. Te llevará al punto en el que te conviertas en el Mesías, en el Prometido. Te convertirás en el Alfa y el Omega de eternidad en eternidad, porque ya lo eres. Para mí, esa es la mayor herencia de la Misa del Cristo o de la Navidad tal como la celebramos. En realidad, estamos celebrando nuestro propio nacimiento, estamos celebrando nuestra propia resurrección. Estamos celebrando triunfalmente nuestro propio movimiento de regreso a nuestro propio Ser o Conciencia Crística. De hecho, muchos de nosotros estamos corriendo hacia ella, con los brazos y el corazón abiertos, llenos de amor y sabiendo que no hay nada que se presente en nuestro camino que no podamos manejar.

J-R: ¿Por qué Jesús haría regresar de la tumba a la vida corporal a Lázaro? ¿Por qué habría de alzar su propio cuerpo fuera de eso a una vida físico-corporal? Porque no llegas al Cielo muriendo. Es muy simple: llegas al Cielo viviendo. Y este nivel es el trampolín hacia ese lugar, aquí mismo. Jesús demostró eso al momento de la resurrección.

J-R: Jesús hacía iniciaciones. No bautismos. Los bautismos fueron hechos por Juan, el Bautista. No hay un lugar donde se diga que Jesús haya tomado a alguien y lo haya sumergido en el agua. Pero sus discípulos bautizaban como parte de la declaración doctrinal de Juan, el Bautista, que Jesús apoyó y defendió. Cuando hacía las iniciaciones, era muy parecido a que la gente se acostara en una tumba, como Lázaro, o que simbólicamente yacieran desnudos. Entraban en la tumba como al útero. Podían ser colocados en una caja, o una sábana o algo similar les era colocado  encima. Y luego, al ser iniciados en la Corriente del Sonido, resucitaban de eso. Y entonces eran una persona nueva, una criatura nueva en Cristo.


Pregunta: ¿Qué significa en el Nuevo Testamento cuando este habla de los muertos en Cristo llegando con la última trompeta y resucitando de la tumba, y “si un hombre cree en mí nunca morirá”?

J-R: Tal como un hombre (y mujer) cree en su corazón, eso es la vida eterna. Por supuesto, estamos hablando del corazón metafóricamente, e incluso así, es más que creer en palabras. Se trata de vivir esa creencia como una expresión de tu siguiente aliento. La belleza de tu cuerpo morirá, pero la belleza de tu Alma seguirá viviendo.


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