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Nuevo Amanecer

Perdonar: Portal a la Gracia y la Amorosidad

No es necesario analizar todo en tu vida para tratar de averiguar de dónde viene, por qué sucede, etc. No tienes que indagar cada una de las expresiones del ego, tales como duda, carencia, miedo o la demostración que sea y que percibas como negativa. En vez de eso, en el momento en que tomes conciencia de alguna de estas expresiones, acéptala, perdónate a ti mismo y vuelve a un estado amoroso. Cuando lo haces, fluyes con la Luz  y el amor de tu propio Ser y todo es perdonado. Para esto necesitas disciplina y tú puedes hacerlo. Es cuestión de elegir amarte a ti mismo, una y otra vez. Definitivamente mereces amarte a ti mismo.

¿Qué pasa si alguien te hiere en algún sentido? Perdónalo. ¿Qué tal si lo perdonas y te golpea? Perdónalo. ¿Qué pasa si te golpea de nuevo? Perdónalo. ¿Y si lo hace una vez más? No seas estúpido: aléjate de esa persona. Y perdónala de nuevo.

Quizás quieras mantenerte en tu rabia y sentimientos heridos, porque te atemoriza que se repita de nuevo. Pero lo que realmente estás expresando es que piensas que tu juicio, dolor y rabia con respecto a la situación o persona evitará que te  lastimen de nuevo.

He descubierto que las personas hacen lo que hacen, así que tu rabia o dolor, probablemente, no hará que se comporten mejor contigo. El problema con el juicio, la rabia y el dolor es que eres tú quien está apegado a ellos. Una de las razones más importantes para perdonar es limpiar tu propio ambiente interior y convertirlo en un espacio más agradable para vivir.

Si sientes que realmente no puedes perdonar a alguien o algo, colócalo en la Luz y pídele a Dios o al Espíritu que te ayuden a dejarlo ir. Sabrás que has perdonado verdaderamente cuando también se te olvide el motivo que originó el juicio. Estarás en otra cosa y simplemente esa situación o persona  habrán dejado de quitarte tu energía interna.

Muchas de las cosas que elegimos recordar nos mantienen apegados a la Tierra. Pero si te mantienes en una conciencia de perdón, estarás en estado de gracia. Hablo del perdón que opera continuamente, en el que tú no dejas de perdonar hasta que exhalas tu último aliento. 

Así que haz las paces con los demás y contigo mismo. Perdona a los otros por cualquier cosa que hayas juzgado de ellos. Perdónate a ti mismo por todo lo que has hecho por debajo de tu capacidad. 

Si tienes dificultades para perdonar y volver a un estado de amorosidad en cualquiera de tus relaciones, podrías utilizar  las claves siguientes:

Reza para ser lo más amoroso que puedas. 

Si le pides de corazón a Dios que te ayude a ver el amor en todas las situaciones es posible que descubras que tu percepción y enfoque cambian gradualmente y que estás viviendo con amor la mayor parte del tiempo. En última instancia, ¿no es eso lo que realmente quieres?

Perdónate a ti y a los demás por cualquier acción poco amorosa.

Podrías pasar muchos días diciendo: «Me perdono a mí mismo, los perdono, me perdono por el juicio, me perdono… ¡Cielos! ¿Voy poder comer hoy o me voy a pasar todo el día perdonando?». Perdonarte a ti mismo es el mejor alimento, porque puedes perderte una comida y no te pasará nada, pero si te pierdes el perdonarte los juicios por tus acciones, eso sí que puede actuar en tu contra.
 
Pero, ¿qué sucede si no sabes qué es lo que tienes que perdonarte? Si tú enjuicias eso, perdónate por no saber lo que tienes que perdonarte. El perdón es uno de los principales portales hacia la gracia y la amorosidad.

Resuelve cualquier desequilibrio que tengas con los demás, así podrás compartir tu corazón espiritual con los demás.

Si no puedes compartir tu corazón espiritual porque alguien te debe $ 100, olvida la deuda. No vale la pena. Si no puedes compartir tu corazón espiritual, por algo que alguien dijo, pídete disculpas a ti mismo en su nombre. Si no puedes amar a alguien, es mejor decir simplemente: «No sé realmente quién eres”. Esa es una declaración clara, porque si no amas a alguien, es porque no sabes realmente quien es.

No puedes permitir que nada te impida ser amoroso. No puedes permitirte el lujo de tener un pensamiento negativo. No puedes darle poder en tu vida a algo que es inferior a Dios y al Espíritu. No ataques tú a nadie tampoco. Se amoroso contigo mismo y con los demás, pues todo es realmente lo mismo.

Comunícate. 

Las buenas relaciones requieren de una buena comunicación y las tres “C” de la comunicación efectiva son: clara, cristalina y concisa. Para comunicarte con alguien, crea un espacio a salvo dentro de ti y habla desde ese lugar. Entonces, no importará a quien le estés hablando. No lo hagas en un estado de negatividad, ya que ésta afectará a la otra persona en algún nivel de su conciencia. Siempre di palabras amables, habla con amor y expresa lo que es verdad para ti.

Cuando ames a alguien, entrégale lo mejor de ti.

Bríndale a tus seres queridos tu mejor actitud, tu mejor sonrisa y el mejor de tus abrazos. Tal como cuidas las cosas físicas para que duren, cuida de aquellos que amas para que perduren.

Si está casado, ¿alguna vez, estando en la cama con tu cónyuge, se te ocurre darle un masajito en los pies? O ¿estás tan cansado que «tienes» que dormir un poco para poder ir a trabajar en la mañana? ¡Espera un minuto! Sólo te toma dos o tres minutos masajear sus pies, decirle que lo amas y demostrarle tu amor para que se quede dormido sintiendo cariño y plenitud.

Así como das, recibes. Tal vez descubras que recibes amor semana tras semana a raíz de aquél momento de ternura. Estoy seguro de que muchas veces te gustaría que alguien te acariciara los cabellos, te masajeara un poco la cabeza y que luego te dijera: «Buenas noches, amor mío”. Si te importa lo suficiente como para tomarte el tiempo de entregarle esos momentos a otra persona, ella volverá a ti. Es el amor en acción. Es el Espíritu en movimiento a través de ti y de la persona que amas.

Cuando ames, hazlo incondicionalmente y con el cien por ciento de tu ser. 
 
Tú das y recibes a través del mismo canal. Si das a través de una apertura pequeña, el amor se te regresa de igual modo. Pero si amas abiertamente y sin temor, sin importarte si eres correspondido o no, tienes el cien por ciento del amor. Si la otra persona nunca da nada, sigues teniendo el cien por ciento del amor. De esa manera, jamás serás engañado o rechazado, porque el amor completo estará siempre ahí.

No trates de retener a nadie con amor. No exijas: «Hazlo a mi manera», sino di: «Vamos a hacerlo de la mejor manera y para el bien mayor de todos». Cuando te sintonizas con esto, te mantienes libre de disgustos y angustias.

Palabras Mágicas.

Cuando eres una fuerza positiva, tu Luz le llega a las personas. Cuando esa Luz fluya a través tuyo, bendice a cada persona que encuentres en tu camino durante el día. Cuando pases al lado de alguien y le digas, ya sea en silencio o en voz alta: “Dios te bendiga», el poder de la mente le enviará energía positiva a esa persona.

Yo les sugiero a los jóvenes, cuyos padres riñen mucho: «Cuando tus padres estén peleando, simplemente siéntate cerca de ellos o mantente de pie y repite una y otra vez en tu mente: «Dios los bendiga». Algunos de los niños que lo han puesto en práctica me han contado que, a pesar de que sus padres estaban peleando y realmente enojados, muy pronto se calmaron y dejaron de pelear y que, más tarde, incluso comenzaron a bromear un poco y que todo había vuelto a la normalidad.

Hay otras palabras mágicas que también crean sentimientos positivos. Decir silenciosamente: «Dios te bendiga», puede ciertamente cambiar a las personas, pero si realmente quieres ver un cambio repentino en ellas, di en silencio: «Te amo». Es posible que ellas se sientan absolutamente encantadas. La negatividad se va y la energía positiva irrumpe. El amor es un poder de cohesión que lo aúna todo. El amor tiene el potencial de transformarlo todo en una acción positiva y de hacerlo fluir hacia el Espíritu. Estas palabras mágicas pueden producir milagros. 

 

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