“En un sentido, la siembra es el fertilizante, y el diezmo, algo que podríamos llamar terreno fértil.
En otras palabras, si tratamos de que algo crezca en el fertilizante, es muy posible que se queme y muera.
Por eso, contamos con terreno fértil, y eso quiere decir que tomamos fertilizante y lo mezclamos en él. ”.

— John-Roger, DSS

 

Cuando comiences a sembrar debes tomar en cuenta algunos principios básicos. Si tu intención es cosechar en otoño, ¿qué es lo primero que debes hacer en primavera? Sembrar, es decir, primero debes dar. También, tienes que conocer bien lo que quieres que florezca. Si siembras centeno no esperes trigo y si siembras trigo, no esperes centeno. Para dar, entonces, lo primero que hay que tener es un propósito claro: “¿Por qué lo estoy haciendo?” Y la declaración no debe ser altruista; tiene que ser de carácter posesivo: “Siembro porque quiero esto”. Ahora estás preparado para definir lo que quieres. Cuando siembres, hazlo con verdadera fe en el corazón. Tienes que exigir, por así decirlo, lo que has sembrado, pero considerando el tiempo y el amor de Dios. También tienes que hacerle saber a Dios que eres su “copiloto”, su socio. Y aunque Dios sea el “socio mayoritario”, no puedes tan sólo sembrar y decir: “Que Dios haga lo que quiera”, porque Dios a su vez te pide: “Necesitas darme un plano detallado de lo que quieres.”

Si dices: “Quiero llegar a esa montaña”, a eso se le llama imaginar. Pero cuando siembras, empiezas a prepararte ahora mismo para recibir a la montaña. Te aseguras de que el auto tenga gasolina suficiente y que los neumáticos tengan aire. Revisas el mapa de la ruta para averiguar cómo llegar hasta allá y te informas sobre el clima para saber si te conviene partir a esa hora. Al sembrar, hay que ver la montaña y también la forma de llegar a ella.

Definimos con mucha claridad la imagen interna de lo que queremos conseguir y entonces sembramos. Esta es una forma rápida de obtener abundancia a nivel personal. Es parecido a la idea de programar a la mente universal. Si no has leído el libro “La Fuente de tu Poder”, te sugiero que lo hagas*. Visualiza lo que quieres conseguir con tanto detalle como te sea posible, saboréalo, siente su aroma. Afina al máximo tu habilidad auditiva, tu capacidad de visualizarlo, tus sentidos del tacto, gusto y olfato.

A continuación, activa tu intuición de modo que realmente tengas la certeza. Todo esto comenzará a ponerse en movimiento para atraer hacia ti aquello que quieres. Si te parece, puedes hacer un montaje de recortes o un “mapa del tesoro”, recortando imágenes de lo que quieres lograr con tu siembra y pegarlas sobre un cartón; puedes también crear una escena ideal con tu imaginación creativa, aplicar la técnica de programación de la mente universal, o usarlas en conjunto. Todo esto tiene un valor enorme. Si hiciste un mapa del tesoro o un montaje de recortes y la siembra no resultó de la forma en que tú querías, probablemente se deba a que no sembraste por las demás cosas.

Tal vez sólo visualizaste lo que querías y las demás cosas permanecieron en tu visión y no pudieron concretarse. Debes abrir una vía para que ellas lleguen a ti y esto se hace con dólares, libras, pesos, pesetas, bolívares o cualquiera sea la moneda de cambio. Si quieres algo intangible (como una relación amorosa, por ejemplo) es necesario que le asignes un valor también, y el único valor en que todos estamos de acuerdo es el dinero, por lo tanto, debes determinar dicha cantidad dentro de ti.

Luego, consultando nuevamente en tu interior, debes decidir la cantidad que habrás de sembrar por el valor que le has asignado a eso intangible que quieres. Si deseas una cualidad espiritual, como por ejemplo claridad, debes visualizar dentro de ti cómo se manifestaría esa claridad. Si piensas que es una cosa y luego es algo mucho más elevado, tal vez no recibas aquello para lo cual sembraste.

Sin embargo, podrías recibir la cualidad superior de todas maneras, porque Dios conoce la intención de tu corazón, a pesar de tu incapacidad para expresarla. Saber cómo vamos a llegar no es tan importante como saber que sí vamos a llegar. Por eso no debes tener la menor duda, ni la menor reserva: nada, excepto mantenerte firme y actuar como si eso ya se hubiera realizado. No quiere decir que te sientes a pensar que tal vez vaya a suceder, sino que debes actuar como si de hecho ya estuviera ocurriendo.

Debes afirmar con toda claridad lo que deseas, y luego exigirlo como si ya se hubiese cumplido, lo que significa que hay que condicionar a la conciencia. Para recibir, debes actuar como si ya fuese tuyo. Es una declaración de fe, de que ya se ha manifestado. Tienes que tener además un propósito claro; si hay intereses en conflicto, si contaminas tu siembra con dudas, tu semilla se pudre y se arruina y no producirá buenos frutos. Es muy importante que no le reveles a nadie el propósito de tu siembra, eso que estás a punto de manifestar. Ni a tu pareja, ni a tu hermano gemelo, ya que ellos podrían, de una forma muy sutil si no comparten tu visión, arrojar dudas sobre lo que vas a lograr, y las asumirías como propias, aún sin quererlo.

Luego, si apareciera la negatividad, y dijesen: “Ves, teníamos razón”, tal vez pienses: “Vaya, me pregunto si estarán en lo cierto”. El dios de la opinión se estará apoderando de ti en vez del gran Dios de la abundancia. El dios de la opinión no da abundancia, ni salud ni prosperidad; por el contrario, crea destrucción, ruina y desequilibrio. Esa es la ley. El Dios de la abundancia en cambio, trae gracia. “Lo que el hombre piensa con el corazón, en eso se convierte.” Somos creadores.

Podemos crear y visualizar lo que queremos e ir por ello. Pero también podemos hacer lo mismo negativamente, porque al proceso creativo poco le importa el objeto que se persigue. Si tienes dudas y pensamientos negativos, el proceso creativo se encargará de manifestarlos para ti. Por lo tanto, si vas a empezar a sembrar, es importante que entiendas que lo que mantienes en tu mente es determinante. Si comienzas a tener imágenes y pensamientos negativos sobre tu siembra, detenlos inmediatamente. Ponte de pie y camina. Elimina esta negatividad moviéndote físicamente: juega a la pelota o corre alrededor de la cuadra; así volverás a retomar lo que quieres con un enfoque positivo.

Para asegurarte de estar haciendo el proceso como se debe en todo momento, pon cuidadosa atención a los pensamientos que mantienes en tu mente. Hay aspectos de tu conciencia que si no se toman en cuenta, podrían propiciar la entrada de la duda. Una pequeña duda puede crecer hasta transformarse en negatividad de proporciones y que termines viendo sólo negatividad. Lo malo es que la duda se recibe de vuelta por el principio de que se cosecha lo que se siembra. Algunos de ustedes que comprenden la seriedad que esto tiene, preguntan: “¿Quieres decir que lo que me está sucediendo ahora, lo produje en el pasado?” Justamente. “Y ¿cuándo?” ¿Hace cuánto tiempo que existes? “Ni idea.” Entonces, si no lo sabes, es mejor que comiences a fijarte en lo que estás creando ahora. Una clave fundamental es reconocer que no puedes darte el lujo de tener un pensamiento negativo. Eso es clave. Y si preguntas: “¿Puedo sembrar para conseguir 100 millones de dólares?”

Por supuesto. “¿Los obtendré?” No lo sé. ¿Puedes mantener activa esa visión y ver y sentir que se cumple? Si no eres capaz, no podrás lograrlo. Puedes sembrar por muchas cosas a la vez, en tanto puedas sostener en tu conciencia una imagen clara de todas ellas. Tienes que tener cuidado puesto que debes velar por mantener un equilibrio muy delicado entre tú y el medio ambiente. Si te dejas atrapar por la codicia, lo que recibirás será codicia, y tal vez no obtengas lo que quieras. En ese caso, estarás viviendo en un estado de carencia, ya que dirás: “No me alcanza y por eso tengo codicia”. En cambio cuando vives en un estado de abundancia, no tienes carencias, y por lo mismo, no necesitas de la codicia.

Toma tiempo, a veces, superar algunos de nuestros viejos patrones de personalidad. Considera que sembrar nos podría servir también para liberarnos de ellos. ¿Qué obtiene la gente con dar? A veces, sólo la satisfacción por dar. Cuando siembres tienes que sentirte satisfecho por el hecho mismo. Defines la imagen de lo que quieres y la diseñas con propósito. Se lo cuentas a Dios y lo dejas en Sus manos. Luego, continúas con tu vida. Y si se te ocurre algo más, siembras de nuevo, y así, muy pronto se te cumplirá la primera y luego la siguiente. ¿Cuándo se cumple? CUANDO SE CUMPLE. ¿Y si no lo obtienes en un lapso de tiempo determinado?

Yo diría que si no se empieza a manifestar dentro de un mes, debes revisar tu actitud para ver qué ocurrió. Tal vez necesitas tener más paciencia o sembrar de nuevo. Ve a tu interior para indagarlo, porque la siembra es entre tú y Dios. La energía sigue a los pensamientos. Los pensamientos en los cuales se persiste, producen un sentimiento en el corazón y también la voluntad que hay que desarrollar. Por lo tanto, siembra con verdadera fe de corazón. Exígelo, pero al hacerlo toma en cuenta el tiempo y el amor de Dios, que no necesariamente son los tuyos. Cuando siembras de esa forma y tienes a Dios de socio, lo que pides se manifiesta. La clave para que todo esto funcione es que lo sueltes y se lo entregues a Dios, con alegría y sin condiciones.