“¿Qué es lo más importante? Simple. Inspirar y exhalar. Con el tiempo, tomaras suficientes respiraciones como para darte cuenta de que este planeta se ofrece como una experiencia de aprendizaje, no como un castigo. ¿Para aprender qué? Que cada respiro que tomas es un regalo divino. Todo lo que sigue, es comentario”. – John-Roger
Este artículo de John-Roger se publicó por primera vez en el Boletín Informativo del Staff del MSIA, Número Especial de la Conferencia, Vol. II, Verano de 1984, para la Conferencia de Excelencia.
La mayoría de las personas no aceptan que la perfección no está disponible en este mundo. En cierto modo tienen razón. La continuación de imperfecciones en este planeta es perfecta. Pero para comprender ese concepto hay que ganar mucha altitud para ver las cosas tal como son. En la Tierra y en el Espíritu.
Aquellos que aún no han alcanzado esa altitud (y con el tiempo todos lo harán), generalmente hacen sangrar sus egos al golpear sus necesidades condicionadas contra el muro perfectamente perfecto de la imperfección. La historia de la humanidad, que no siempre ha sido amable, atestigua el hecho que individuos, ciudades, gobiernos y países han ido a la guerra en busca de la perfección. Por supuesto, la perfección varía según la persona o grupo que la persiga. Aunque la palabra connota lo contrario, la perfección, de la forma en que se usa, o se usa mal, o se abusa, no es obviamente un absoluto. La perfección relativa es una contradicción, pero también lo es todo en el planeta Tierra.
Mucha gente adopta un concepto rígido de lo que sería algo perfecto y lo persigue en la manera tradicionalmente condicionada. Se llama matrimonio y divorcio. Se llama ir a la guerra por la paz. Se llama adorar a tu Dios y etiquetar a los demás como paganos o cultos. Se llama te amo siempre y cuando lo hagas a mi manera.
A menudo la gente habla de los labios para afuera sobre un concepto de perfección y socava la creencia. Muchos han abrazado nuestro derecho constitucional de que «todos los hombres son creados iguales» y subsecuentemente se han comportado como si fueran un poco más iguales que otros. Ese muro ensangrentado de perfección se manifiesta en etiquetas como fracaso, perdedor e inútil. Ese muro es como la barrera del sonido. Sólo que es diferente porque al otro lado de esta barrera está la Corriente del Sonido de Dios. La barrera no se puede romper de la manera tradicional, desmoronándola con tus juicios condicionados. En realidad, no existe ningún ser humano que sea un fracaso.
Sólo hay humanos que participan y tienen experiencias. Cuando un bebé empieza a gatear, luego se levanta dando unos pasos con piernas de goma y se cae, ¿está fracasando el bebé? Por supuesto que no. El niño está teniendo experiencias para poder aprender a caminar. Caerse es parte de la experiencia de aprendizaje.
Cuando un ser humano participa en experiencias que no funcionan de acuerdo con los resultados esperados, eso no lo convierte en un perdedor. Hay muchos grandes artistas que no fueron reconocidos ni recompensados en vida. Y hoy celebramos su trabajo. ¿Son perdedores?
No hay un solo ser humano, independientemente de la opinión que tengas sobre él (las opiniones son como las narices, todo el mundo tiene una), que sea indigno. El hecho de que te hayas encarnado aquí en una misión de aprendizaje divino, como parte del amor de Dios, automáticamente te hace a ti y a todos dignos. Es simplemente tu concepto de perfección y tu insistencia en lograrlo, lo que te mantiene corriendo en el laberinto perfecto del planeta que dice no hay salida. Excepto que el laberinto no es tan perfecto porque hay una salida. Pero no es en el nivel horizontal sobre el que se construyó el laberinto de la negatividad. La salida del laberinto es trascenderlo, elevarse en altitud por encima de la exigencia de perfección.
Veras, el mundo es perfectamente imperfecto. Esa no es sólo una presentación a nivel de palabras. El mundo, tal como es, con todas sus limitaciones, está perfectamente diseñado para presentarnos las imperfecciones. Puedes acercarte a cada experiencia hacia la perfección y dirigir tus emociones hacia el obstáculo, o puedes verlo como lo que es, es decir, un trampolín, aceptar y apreciar la experiencia y avanzar hacia la excelencia.
Puedes casarte una docena de veces. Si cada vez insistes en que tu pareja se queda corta debido a sus imperfecciones, puedes casarte otra docena de veces y no aprender nada. Pero si lo eliges, cuando llegue la vigésima quinta vez puedas reconocer que no hay perfección en este planeta, en ningún ser humano, entonces podrás amar a tu pareja y aceptar a esa persona como perfectamente imperfecta tal como es.
Puedes buscar un trabajo muchas veces y no conseguirlo. Quizás pienses que eso es completamente injusto. Es posible que sientas que estabas más calificado que la persona que lo obtuvo. Y luego te quedas sin trabajo, pero esta vez también llevas el equipaje del resentimiento y la justa indignación. Ninguno de los dos pagará el alquiler. En cambio, te sugiero que uses la experiencia para fortalecerte, para ganar la altura de reconocer qué es lo más importante en tu vida y seguir adelante.
“¿Qué es lo más importante? Simple. Inspirar y exhalar. Con el tiempo, tomaras suficientes respiraciones como para darte cuenta de que este planeta se ofrece como una experiencia de aprendizaje, no como un castigo. ¿Para aprender qué? Que cada respiro que tomas es un regalo divino. Todo lo que sigue, es comentario”.
¿Eso significa que todo lo que tienes que hacer es sentarte en una cueva e inhalar/exhalar? Si lo deseas, puedes hacerlo. Pero el hecho es que la mayoría de nosotros tenemos esa chispa divina en nosotros que quiere dar y recibir más. ¿Mas qué? Más amor. Dije más amor, no la expresión perfecta del amor.
Todos actúan según esa necesidad. Intentarás todo lo que te han condicionado a creer para poder dar y recibir más. Puedes intentar y ganar una gran cantidad de dinero, alcanzar un nivel de fama y poder. Conozco a una persona que es un ser muy poderoso, rico e influyente en este planeta. Y esta persona está pasando por un aburrimiento increíble con un sentimiento de: «¿Eso es todo lo que hay?» Puede que intentes tener más aventuras sexuales hasta casi asfixiarte por la soledad de hacer el amor sin amor.
Puedes casarte y sentirte muy infeliz por las imperfecciones de tu pareja.
Puede que consigas tu Porsche, tu motocicleta, tu gran piano, tus premios y aun así el mundo no será lo suficientemente perfecto. Todavía tendrás ganas de más.
Lo creas o no, esa lujuria es perfecta. En cierto modo, eso es parte del plan de Dios. Con el tiempo, esa lujuria te llevará a ver la verdadera perfección, que ahora no está disponible en el planeta Tierra. Tu experiencia aquí es como un trampolín hacia el corazón de Dios. Ahí está perfectamente perfecto.
¿Cómo se llega allí? No golpeándote la cabeza contra tus juicios sobre tu jefe, tu esposa, tu país, tu marido, tu tú.
¿Cómo llegas a ese lugar de dar y recibir amor desde el corazón de Dios hasta tu corazón? Conviértete en un excelente amante. De todos los seres. En reconocimiento de que la excelencia es el camino a seguir en el planeta Tierra, nosotros, en el Movimiento del Sendero Interno del Alma, llamamos a la reunión anual de este año en Los Ángeles, la Conferencia de Excelencia.
¿Cómo se llega a ser un excelente amante de todos los seres? Practicando.
¿Cómo se puede trascender estos niveles y ese muro ensangrentado de ego y juicios? Con Práctica.
¿Cómo te lanzas al corazón de Dios? Haciendo SE’s. (ejercicios espirituales) y servicio.
Dicho de otra manera practicando. Y esa práctica genera la perfección.
John-Roger
Agradecida por el conocimiento que ustedes imparten. Bendiciones
Qué maravilloso recorrido en este discurso, me da energía esta lectura.