“El mundo está lleno de personas que se preocupan por la paz. Cada uno de nosotros es un pacificador, aunque no estemmos consciente de ello” – John-Roger
Este artículo de John-Roger se publicó por primera vez en Mandeville Press en 2002.
Hoy en día, muchas personas se sienten desafiadas y frustradas por todos los titulares y noticias sobre la violencia en el mundo. Encendemos la televisión, tomamos el periódico, nos conectamos a Internet y vemos noticias sobre Oriente Medio, la violencia en las escuelas, etc. Esto puede ser desalentador y frustrante para todos nosotros. Nos preguntamos: “¿Qué podemos hacer por la paz, para que haya más paz en el mundo?”
Muchas personas trabajan por la paz, de manera muy activa, todos los días de su vida. No se trata sólo de las personas de alto perfil de las que oímos hablar: diplomáticos, dirigentes gubernamentales y personas que trabajan para organizaciones por la paz. A menudo son las personas con las que trabajamos, con las que vivimos al lado y con las que vamos a la escuela. El mundo está lleno de personas que se preocupan por la paz. Cada uno de nosotros es un pacificador, aunque tal vez no nos demos cuenta.
Eligiendo la Paz
La clave para la paz es elegir la paz. Pero, ¿cómo elegimos la paz cuando observamos el mundo o nuestra vida y vemos trastornos? Podemos observar la paz como observamos la gravedad. La gravedad siempre está presente, siempre disponible. Si dejas caer un bolígrafo, cae. La paz está presente y disponible, de modo que si abandonamos una posición o la sensación de estar “en contra” de otra persona, de una situación o de nosotros mismos, entonces la experiencia de conflicto y perturbación desaparece. Entonces podemos trabajar activamente para encontrar una solución.
Ser un pacificador no significa que nunca más nos sintamos perturbados, o que no estemos en desacuerdo con la gente, o que aprobemos la violencia o el abuso en la vida de las personas. La paz se encuentra en la forma en que ocurre el conflicto, en la forma en que vemos la situación. Si no estoy de acuerdo con mi amigo y considero que su punto de vista es válido (porque lo valoro como persona tanto como valoro nuestra relación), entonces puedo estar en desacuerdo con él de una manera pacífica. Si no estoy de acuerdo con mi amigo y tomo su punto de vista como algo personal o lo etiqueto de “incorrecto” de alguna manera, no estoy en paz conmigo mismo ni con él. Eso afectará toda nuestra interacción y, dependiendo de cuánto afecte nuestra interacción, podría “manchar” nuestra relación en el futuro. Esto se aplica no solo a las amistades, sino también a nuestras relaciones con nosotros mismos, nuestros hijos, nuestros cónyuges, nuestros jefes, compañeros de trabajo y empleados, nuestros representantes electos, etc.
Compromiso con la Paz
¿Qué podemos hacer entonces para promover la paz? ¿Cómo podemos comprometernos a “lidiar con la paz” en nuestras vidas? ¿Qué pasaría si fuera posible que después de leer este artículo tu vida nunca fuera la misma? Si eso te interesa, entonces el primer paso es asumir el compromiso de hacer la paz. Esto implica decidir abordar activamente la vida diaria con los ojos de un pacificador, de modo que cuando se presenten los desafíos, recordemos que la paz está presente. Esto requiere práctica y es un compromiso continuo, de por vida. Hacer la paz no es una visión optimista o utópica de la vida. Requiere esfuerzo y práctica, y la voluntad de seguir practicando incluso cuando nuestras reacciones se hagan evidentes.
Una herramienta práctica que ayuda a la pacificación es tomarse un tiempo al comienzo del día para identificar a una persona o situación que pueda resultar un desafío para ti. Identifica formas de abordar ese desafío de manera pacífica, maneras de hacer las paces con eso. Tal vez se trate de pedirle ayuda a un amigo de confianza, o de pasar un tiempo escribiendo sobre la situación o de ofrecer perdón. Tal vez haya una acción específica que puedas realizar para expresar tu buena voluntad y apertura. Cuanto más específicos seamos sobre la situación y nuestras estrategias para lograr la paz, más eficaces y pacíficos podremos ser. Luego podremos compartir eso con los demás. Paso a paso, hacemos contribuciones a la paz en el mundo. La paz mundial comienza dentro de nosotros mismos y luego se extiende a los grupos y a toda la humanidad. El trabajo que hacemos en nuestras propias vidas complementa el trabajo que hacen las naciones y los líderes. Si sumamos todo eso, podremos, en términos prácticos, tener paz en este planeta durante nuestra vida.
Baruch Bashan