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Nuevo Amanecer

La Encarnación: ¿Por Qué Venimos Aquí Tantas Veces?

Como ser humano, el Alma empieza encarnando en una forma física por primera vez en el plano físico. Las siguientes veces que regresa a este lugar en el futuro, se denominan más acertadamente incorporaciones (el acto de entrar en un cuerpo).

Si esa primera forma pudiese transcurrir por su vida en este lugar en perfecto equilibrio, creando sólo paz, amor y armonía, podría completar la experiencia y liberarse de este reino, teniendo la oportunidad de continuar su evolución en reinos superiores.

Pero generalmente, cuando el Alma encarna en una forma física, es inexperta en cuanto a las formas de este mundo.

La conciencia ve todo el glamour, todas las ilusiones, los atractivos y placeres del mundo y se distrae. Pero a pesar de que el Alma se sienta atraída por estas cosas, todas ellas son parte de su aprendizaje.

A medida que el Alma transita por su plan de vida, es proclive a crear desequilibrios. Es común que al llegar el momento de la muerte del cuerpo físico queden situaciones kármicas que no se han despejado o equilibrado.

Por lo tanto, un tiempo después, el Alma vuelve a incorporarse en un cuerpo otra vez en el reino físico para poder saldar sus deudas, corregir sus errores y lograr un equilibrio y armonía.

Pero si la conciencia se sumerge nuevamente en las ilusiones y el glamour, puede terminar creando más situaciones kármicas, y entonces el Alma debe volver a tomar un cuerpo otra vez para poder despejarlas.

Y así sucesivamente. (El karma se explica más a fondo en el siguiente capítulo, Karma: Creación y Cumplimiento).

En algún momento, la conciencia entenderá plenamente este proceso, aprenderá a ser un creador responsable y a darle valor y a interesarse por aquellas cosas que son positivas y espirituales por naturaleza, en vez de dedicarse a lo material de este mundo.

De esta manera, la conciencia empieza su evolución de regreso hacia Dios, cumple con su karma del pasado, deja de acumular más karma y se libera de este mundo.

Conocer la naturaleza divina es legado de todos –tu legado– poder experimentar la alegría, libertad y perfección del Alma.

John-Roger, D.C.E.


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