Por Jorge Augusto Villa Yepes
Tomo prestado el titulo de este articulo, de un capitulo del libro Servir y Dar, escrito por John-Roger con Paul Kaye, pues se hizo evidente en mi vida como una bendición, reciente que quiero compartir con todos.
J-R nos repite en cada uno de sus mensajes que «No existe una conciencia más elevada en el planeta que la del servicio. Eso no implica necesariamente fregar pisos. Implica estar junto a la persona que está a tu lado para elevarla, quizás incluso, silenciosamente» – Del libro Servir y Dar, Portales a la Conciencia Superior.
A finales de enero de este grandioso 2016, mi esposa Nancy y yo tuvimos el privilegio de apoyar el retiro «Viviendo en la Gracia», que se realizó en el valle de San Nicolás, en Rionegro, Antioquia, a pocos metros del aeropuerto que sirve a Medellín. Allí, yo particularmente, tuve la oportunidad de rendirme ante el amor de los participantes del retiro y vivir en la Gracia, y sé que mi esposa también lo vivió día a día.
Hombres y mujeres de todos el mundo llegaron al hotel ávidos de las enseñanzas y yo fui testigo de como se fueron contagiando del Espíritu Santo y abrieron sus corazones para amarse, perdonarse y honrarse, y como consecuencia de ello, volver al hogar… al corazón de Dios. La belleza se volvió paisaje en el Hotel Las Lomas, y contagió a empleados y huéspedes por doquier.
Adentro del salón, los seres humanos se dejaron envolver por el halo misterioso del Espíritu interior y afloró el conocimiento y de la toma de conciencia de su propia Divinidad, mientras con cada proceso facilitadores, traductores y personal del staff eran testigos de cómo el amor brotaba en torrentes de agua viva.
Desde la distancia, yo los miraba extasiado: cuando salían a los recesos, tomaban agua y permanencia en silencio, mientras hacían sus caminatas por las zonas verdes; reflexionaban y escribían en sus cuadernos de hojas amarillas, mientras los pavos reales del hotel les hacían la corte y mostraban sus bellos plumajes. Era una sinfonía de seres de luz que se mezclaban con las flores multicolores y el verde de Antioquia. Una danza que bailaba al unísono, cuando en sus oídos resonaban los mensajes de nuestros bienamados John-Roger y John Morton, y ellos estaban en la Gracia.
Recuerdo que cuando niño siempre quise estar en primera fila en los mejores espectáculos que llegan a mi pueblo natal. En esta ocasión, el Señor me regaló esta hermosa oportunidad de ocupar la sillas de honor de este teatro maravilloso que se vivió en el «Viviendo en la Gracia». Mi ser básico está feliz y alineado y consciente de la grandeza de mi Ser.
Reitero que el servicio se vio recompensado por las hermosas sonrisas y lágrimas que nos regalaron los participantes, y mejor aún, por la toma de conciencia que recibimos. Vivimos el Cielo en la Tierra, y queremos seguir viviendo en el paraíso que nos dan los ejercicios espirituales y el servicio, como ejes centrales de nuestro Movimiento.
No puedo terminar este sencillo texto sin mencionar que en esa semana tuve el honor de compartir unas horas con John Morton y su esposa, Leigh Taylor-Young, y pude comprobar por mí mismo, como nos lo pide J-R, que la amorosidad de John Morton y su esposa, con ellos mismos y con los semejantes, es genuina y lo demuestran en cada acto y en cada palabra que sale de sus bocas. Además, constaté que su dedicación y entrega al MSIA es su vocación de servicio.
Aprendí de ellos que las enseñanzas de John-Roger marcaron sus vidas desde jóvenes y que su única prioridad es apoyarse a sí mismos y llevarnos a todos a la Trascendencia del Alma, sin otro interés personal. Gracias por darme este regalo que hoy comparto con los lectores y que sólo busca mantener encendida esa llama ardiente del amor en cada uno de nosotros, y que permanezca, como esa antorcha física que recibió nuestro director espiritual, que arderá en nuestros corazones por siempre.
Fuimos portadores de esa Luz en el retiro y ahora pregonamos que servir y dar si son portales a la conciencia superior, porque lo comprobamos por nosotros mismos.
Baruch Bashan
