Tienda
LANGUAGE

Nuevo Amanecer

¿Estás Celebrando la Navidad?

Article imageDe un Seminario de John Morton en la Nochebuena de 1997.

¿Cómo va tu temporada navideña? Bueno, te diré cómo va la mía: Por mucho que me guste tener la intención de simplificar mi vida (y he encontrado todo tipo de formas de declarar esa intención, de considerarla, de afirmarla, de orar por ello), no sucede. En el campo de mi comportamiento y de mi cuerpo, simplemente estoy más activo, más involucrado y me llegan más cosas que nunca.

Ésa es una forma de verlo. Otra forma de verlo es que también hay más cosas que se me escapan y, a menudo, esas son las cosas en las que me gustaría involucrarme personalmente y no lo hago. Tengo la opción de sentirme frustrado por eso y, a veces, es como el calor, donde la frustración se acerca tanto que empiezo a calentarme y luego quemarme. Y al quemarse, hay una opción de reaccionar. Si te quemas, hay una contracción, una reacción, un alejarse y detener lo que sea estaba ocurriendo antes de la quemadura.

Pero cada vez me doy más cuenta de que mi destino es dejarme llevar por el mundo y no intentar gestionarlo o manejarlo de alguna manera. Realmente estoy en mi mayor paz cuando simplemente lo dejo ir. Permito que el mundo y el proceso en el mundo, sea lo que sea, y haga lo que haga. Eso incluye lo que sea que la gente esté haciendo cerca mío y a mi alrededor, las noticias personales de las personas que están en mi vida, las noticias del día y todo lo que sucede en los círculos cada vez más y más amplios de cosas que suceden a mi alrededor en el mundo.

A una persona que trabaja conmigo le robaron el coche anoche, justo enfrente de donde vive. Señaló que no estaba exactamente frente a su casa, donde normalmente le gusta estacionarlo. Estaba dos puertas más abajo, como si dos puertas más abajo fuera más remoto o más riesgoso. ¿Crees realmente que habría habido alguna diferencia si estuviera dos puertas más arriba? De alguna manera, no lo creo. Este es el tipo de cosas que suceden y que se nos presentan como un obstáculo si estamos «cerca del suelo». La razón por la que lo veo de esa manera es que cuando nos “elevamos” en nuestra conciencia, con la altitud que está disponible espiritualmente para nosotros, realmente no experimentamos los obstáculos como si estuvieran en nuestra contra. Los vemos como cosas que nos sirven de forma que son trampolines y oportunidades.

Hoy estaba viendo una película de Un Cuento de Navidad, de Charles Dickens. Es realmente una historia mística, una historia de conversión: una conversión de la parte de nosotros que puede estar endurecida ante el mundo. Esa parte endurecida de nosotros se convierte en la parte que puede despertar a quiénes somos en Cristo. Cuando despertamos a eso, hay una cualidad mágica que es bastante maravillosa. Es similar a lo que ocurre en Es una Vida Maravillosa donde, al final, el personaje de Jimmy Stewart regresa con su familia y está completamente extasiado con la misma situación por la que hace sólo dos horas estaba gritando y chillando. Ese es un tipo similar de conversión, donde nos damos cuenta de que quién somos espiritualmente, convierte todos los “obstáculos” del mundo.

Entonces mi pregunta es, ¿qué se necesita para que nosotros tengamos esa conversión? ¿Tenemos que pasar por algo que sea muy conflictivo, muy inquietante, como en la historia de Un Cuento de Navidad o Es una Vida Maravillosa? Quizás estés sentado ahí diciendo: “Ya pasé por eso. Ya he contemplado mi muerte. Consideré suicidarme y tuve una conversión y por eso estoy aquí”. Pero si eres como el resto de nosotros, no estás exento de permitir que las cosas nos arrastren nuevamente. ¿Alguna vez has notado eso?

Entonces podrías hacerte esta pregunta: Quienquiera que seas en tu corazón, en tu Alma, como sea que te veas con Dios, ya sea que te consideres relacionado con el Cristo o no relacionado con el Cristo, ¿cómo harías la conversión para que se vuelva más duradera? ¿Para que cada día sea un proceso de estar en el Espíritu del Corazón? ¿Y cómo se vería eso?

Si tomamos los ejemplos que tenemos ante nosotros, hay una cualidad de dar, una cualidad de compartir, de ver lo bueno en todas las cosas. También es la cualidad de conocernos a nosotros mismos lo suficiente como para que cuando comencemos a reaccionar o a enojarnos con las cosas, sepamos que realmente ese no es nuestro verdadero yo. Ese no es nuestro ungido hablando. Ese es el que se olvidó y perdió el camino. ¿Cómo convertiríamos ese aspecto de ti mismo que ha olvidado quién eres y se ha desviado del camino? Me gustaría proponerte algo: que encuentres la manera de tener este Espíritu Navideño, o como quieras llamarlo, más a menudo, para que realmente estés dispuesto a mantenerlo en cualquier época del año. De hecho, en el MSIA hemos celebrado la Navidad en Julio, donde conseguimos un árbol, lo decoramos y seguimos todas las tradiciones habituales con un grupo de personas diciendo: «Vamos a celebrar la Navidad y la vamos a tener en Julio”.

En muchas culturas somos honrados simplemente porque somos un invitado. Si entras en la casa de alguien, eres honrado sólo por haber llegado. Hay un nivel de confianza en eso que dice: “Algo en ti hace que valga la pena amarte y cuidarte. Eres bienvenido aquí y, como eres un invitado en mi casa, debo servirte. Eres del Señor, lo que te hace sagrado para mí”. También está la voluntad de recibir. No te vuelves alguien reacio, que  dice: “Oh, no. No puedo hacer eso” o “No puedo aceptar eso”. Te permites recibir.

Uno de los mensajes que llegó alto y claro de este hombre Jesús es: «Si realmente entienden lo que está pasando aquí, se amarán unos a otros». Dio muchos ejemplos de regalar y compartir, como, por ejemplo, si tienes dos camisas, regala la otra. Si alguien te pide algo, dale lo que tu querrías si estuvieras en su situación. Habló de tener la voluntad de poner la otra mejilla. Siempre he considerado que eso no se trata de ser débil, sino de ser fuerte. Si alguien nos ataca, una forma de verlo es que tal vez haya algo ahí para nosotros. Si realmente necesitas atacar, si eso ayuda a la situación, entonces recibe otro ataque para que lo que hay que hacer esté hecho y terminado.

Es una forma de ceder. Si las preocupaciones que tienes en tu vida son sobre lo que estás obteniendo o qué tan cómodo te sientes, entonces quizás quieras considerar cómo eso te beneficia en el nivel de tu corazón. Hay un desafío cuando nos levantamos espiritualmente y es: ¿Cómo lo aplicamos a una expresión viviente?

Nuestra expresión se vuelve de servicio, de modo que, al captar el Espíritu, comprendemos que nuestra vida no se trata realmente de las cosas que suceden en este mundo. Estamos dispuestos a renunciar a ellas, por algo más grande que recibimos. El entendimiento es que estamos almacenando lo que se nos da – Podrías llamarlo nuestros “tesoros” – en un lugar que es eterno, donde no pueden corromperse.

Una forma en que sabremos que estamos siguiendo la línea de Cristo es la forma en que nos amamos unos a otros. En el Movimiento del Sendero Interno del Alma, enseñamos que comienza contigo de modo que te amas a ti mismo. Te honras y te respetas. En cuanto eso se hace realidad, te desbordas. El cuidar y amar, se vuelve más de lo que puedes manejar, de modo que se extiende naturalmente a los demás.

Baruch Bashan .

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

© 2014 Movimiento del Sendero Interno del Alma