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Nuevo Amanecer

Amar: Una Unidad de Propósito

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Traducción:  Sonia Salas

Este artículo de John Roger fue publicado por primera vez en Julio de 1983, en el Periódico del Movimiento

La cualidad del “amor” ha sido llamada de muchas maneras. Es la esencia que nos hace atravesar e ir más allá de nuestras creencias, consideraciones, condiciones y prejuicios. Es la cualidad de la cual quisiéramos tener más porque trae armonía y equilibrio a nuestra vida y vence los obstáculos  que  pueden impedirnos conocer más plenamente quienes somos.
Cuando hablo acerca del amor, no estoy hablando de un sentimiento emocional. Se podría identificar el amor de esa manera, y la mayoría de la gente está familiarizada con ese tipo de amor, porque es mucho más fácil identificarlo y entenderlo. El amor se encuentra dentro de ti y no necesariamente viene a través de otra persona. Puedes amar a alguien por medio de las emociones, pero sabiendo que es a ti mismo a quien debes amar primero. A veces, debido al factor humano, es fácil “olvidar” dichas formas superiores de amor. Puede ser más fácil abandonar las formas “inferiores”, si se es capaz de identificarlas.
El amor de tipo posesivo se expresa con declaraciones como: “¡Quiero eso! Y no quiero que nadie más lo tenga y, no solo eso, tampoco quiero que nadie más lo mire”. Este amor posesivo es un amor de tipo emocional, es uno que no va a satisfacer las emociones. Es un “amor” que retiene las cosas para sí mismo. Es como una calle de una sola vía que va en una dirección únicamente. No existe un dar y un tomar, sino solamente un tomar. El amor posesivo te traerá algo o a alguien y tú pensarás que te pertenece. La lujuria es parte del amor posesivo. En nuestro deseo por poseer algo, lo codiciamos y lo perseguimos. Es bueno que no consigamos todo aquello que codiciamos o deseamos. ¿Puedes imaginarte poseyendo todas las cosas  o personas  que deseabas intensamente cinco o diez años atrás?

 

Otra forma de lujuria sería ver una pintura realmente hermosa colgada en una galería y pensar: “¡Ah, realmente me gustaría ser capaz de hacer algo como eso!”. Ésa es una forma de lujuria. Estás codiciando el talento de otra persona. No hay necesidad de sentir eso porque el artista ya sabe cómo hacer las cosas que producen  esas pinturas. No tienes que ponerte envidioso ni desear ser como ese artista. Puedes simplemente disfrutar de lo que está presente para ti y reconocer tus propios dones. Cuando se alcanza ese punto, puede surgir una forma de “amor neutral” que te permite amar y apreciar esas pinturas, o el talento del artista sin desear poseerlos.

 

Una vez que empezamos a captar lo que es la naturaleza divina de nuestro propio ser y las opciones de amor que nos gustaría experimentar, nos ponemos de pie dentro de nuestra propia conciencia y declaramos nuestra propia naturaleza amorosa divina. No para decir: “Oye, yo soy más grande que tú”, sino: “Yo me puse de pie y tú también puedes hacerlo”. Una vez que empecemos a ponernos de pie en nuestra amorosidad, tal vez consigamos que el resto de este planeta también se mueva en dirección al desarrollo.
Estamos ahora en una época en que esa cualidad amorosa se está haciendo cada vez más presente en nuestra vida cotidiana y en la vida de las personas a nuestro alrededor. Es una esencia que experimentamos dentro de nosotros mismos y que la sacamos al descubierto más y más. Una vez que la hemos encontrado en nosotros mismos, queremos experimentarla también en todos los demás y es entonces cuando la cualidad elevadora del amor pasa a ser una parte más importante en la vida de todos.
A veces, debido a nuestra condición humana, tendemos a olvidar las cualidades superiores del amor. Sin embargo, hay algunos factores clave que nos ayudarán a recordar cuando el amor está presente.

El primero es que donde hay amor, hay armonía y equilibrio. También, que la presencia del amor tiene la cualidad de apoyo. Ese apoyo se mantendrá, estés tú con la persona o no. No depende de que se tenga la atención, los pensamientos o las emociones de otro. Algunas personas te aman mientras tú estás en la sala y cuando te marchas, hablan de ti. Eso no es apoyo.
Durante esta dispensación, una de las formas más elevadas de amor y apoyo puede experimentarse a través de la conciencia de grupo. Dentro del grupo, seguirás sabiendo quien eres y se mantendrá tu individualidad. Pero ahora el individuo se hará presente en el grupo y dirá: “¿Qué podemos hacer?”. Preguntarnos a nosotros mismos en cada nivel de desarrollo: “¿Qué podemos hacer?”, se convierte en una pregunta formidable. Se puede lograr mucho más si nos unimos con otros en una “unidad de propósito”. Si mantienes la dignidad absoluta de la individualidad, eso crea un sentimiento de separación y se convierte en la cruz que cargas. Puede ser muy doloroso. Pero cuando recurres a otro  individuo pidiendo apoyo, entras en una conciencia de grupo. El “yo” se convierte en “nosotros”. Recuerda también que, incluso cuando dos se reúnen con un propósito único, se forma una conciencia de grupo.

 

Si el grupo está experimentando discordia o peleas, la separación sigue existiendo. Cobra importancia que exista un sentido de humildad, en el cual el ego individual sea sacrificado o se haga invisible por el bien mayor del grupo. Cuando sacrificamos el amor propio narcisista y simplemente SOMOS el amor que somos, entonces hemos superado todas las cosas.

 

Es muy importante que entendamos a la mente para que podamos sacrificarla, a las emociones para que podamos sacrificarlas, y que estemos también dispuestos a sacrificar el cuerpo, si fuera necesario. Sacrifica todas esas cosas que no están funcionando para ti. Entonces podrás encontrar la realidad última de tu propio ser y fundirte dentro de la conciencia del Espíritu puro.

 

Asume ese estado que no solo sacrifica, sino también supera todas las vallas dentro de ti, haciéndote presente en el grupo para agregarle algo y elevar la energía, en vez de para quitársela. Sacrifica el amor posesivo, el amor emocional y acede al amor neutral, y con el amor de tu ser, haz surgir lo mejor de ti para engrandecer a aquellos que te rodean. Si todos tuviésemos ese sentido de sacrificio, estaríamos progresando en el sendero de la autorrealización y la responsabilidad.

 

Otra frontera a superar son los deseos básicos que nos hacen trepar las murallas, salir por la puerta y lanzarnos a la calle. Cuando superamos estos deseos básicos, no queda espacio para el amor posesivo, ni para buscar la aprobación de los demás, o para querer hacer todo a nuestra manera. Deja que seas dirigido desde la conciencia espiritual, viviendo plenamente este momento, sin ser compelido por las ganas de tener esto, eso o aquello, o de correr a la calle para ver qué podrías estarte perdiendo. Declara para ti mismo: “Mis deseos básicos ya no me dominan”. Considera las oportunidades a medida que ellas surjan, cambia tus patrones habituales, sacrifica el ego individual y ten cuidado con las cosas que pones en movimiento, siendo cuidadoso con lo que deseas.

 

Empieza a hacer cosas buenas todos los días. Muy pronto los buenos hábitos empezarán a reemplazar a los malos hábitos. Aun cuando el cuerpo, la mente y las emociones tengan la tendencia a representarte mal, continúa haciendo el bien. Te sorprenderá comprobar que si tu propósito interno ha sido de bondad, amabilidad y amor, se empieza a notar en tus ojos, tu cara y tu cuerpo. No podrás esconderlo de nadie. Esa calidez amorosa que siempre has querido recibir, se proyectará hacia afuera y otros la verán y querrán participar de ella. Serás capaz de decir un chiste o de enojarte con alguien y no importará, porque todo será la misma cosa.
El amor es la acción más elevada que define al amor, expresa amor y es amor. Cuando amamos, todos llegamos al mismo nivel.

 

Ríe con la gente a través de la relación interna. Trabaja con la gente con una conciencia de amor. Sirve a otros estando dispuesto a dejar de lado las consideraciones personales y estando abierto a recibir de la abundancia del Espíritu. No se te puede negar nada si lo pides con amor. Ello es integridad.

 

Baruch Bashan.
John-Roger

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